Durante los últimos años, las empresas de telefonía móvil han instalado en España, de forma desordena y casi sin ningún control por parte de la Administración, centenares de repetidores de telefonía móvil y han vendido cientos de miles de aparatos receptores sin advertir a los usuarios de los posibles riesgos que comporta esta nueva tecnología de comunicaciones. Ante el vacio legal existente y la evidencia científica de que el sistema de telefonía móvil puede tener repercusiones negativas para la salud y el medio ambiente si no se toman las necesarias precauciones.
Estamos ante un atentado contra la salud y el medio ambiente de dimensiones incalculables. Así lo reconoce implícitamente el propio ministro alemán de comunicaciones, Sr. Bosch, cuando afirma que «las acaloradas discusiones acerca de la energía nuclear es posible que nos parezcan una suave brisa en comparación con lo que nos va a representar el tema de las redes de repetidores de telefonía móvil».
El Gobierno no puede seguir consintiendo un uso irracional de estas nuevas tecnologías sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo. Sobre todo cuando existen numerosos estudios científicos que ponen en evidencia la relación entre los aparatos emisores y receptores de telefonía móvil y el aumento de determinadas enfermedades entre los usuarios, tales como tumores cerebrales (hasta un 50% entre los hombres y un 62% entre las mujeres), cáncer de piel, alzheimer, cataratas, etc.
Ahora sabemos que las radiaciones no sólo afectan al usuario de teléfonos móviles, sino a todo ser vivo que se encuentre a su alrededor. Se han detectado alteraciones en el encefalograma de una persona a una distancia de 90 metros de la fuente emisora. La radiación emitida por el teléfono móvil está 10.000 veces por encima de los valores que provocan alteraciones en el encefalograma del usuario, medidos a 30 centímetros de distancia. Por supuesto que estos valores se incrementan cuando el usuario está con el aparato pegado a la oreja. Los efectos de la radiación en las ondas cerebrales perduran incluso días después de hacer uso del teléfono móvil.
Cuando utilizamos el teléfono portátil es como si metiéramos la cabeza dentro de un aparato de microondas. Las células del cerebro se calientan, la molécula del núcleo -que sirve de soporte a los caracteres hereditarios- se rompe. Ratas expuestas a microondas equivalentes a las que recibe un usuario de telefonía móvil sufrieron roturas en sus cromosomas
Consideración aparte merece el tema de los repetidores que han proliferado descontroladamente por toda nuestra geografía. Más allá del evidente impacto paisajístico, las torres emisoras suponen una agresión contra el medio ambiente aún por determinar. Millones de hectáreas de bosque están permanentemente sometidas a la influencia de sus emisiones.
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